Los destinos insulares del Mediterráneo apuestan por el turismo sustentable

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Published on 01/04/21 - Updated on 23/10/24

sur tourisme plage mer soleil

Córcega, Sicilia, las Islas Baleares y Cerdeña son destinos conocidos y frecuentados principalmente por sus playas y su clima. Pero desde hace algunos años, estos territorios han decidido cambiar sus estrategias turísticas para sustituir el turismo costero, que va acompañado de un fenómeno de sobreturismo, por un turismo sustentable.

Las islas, archipiélagos y otros territorios con acceso al mar Mediterráneo siempre han atraído a los viajeros aficionados al turismo costero gracias al clima soleado y a las numerosas playas "paradisíacas". La principal motivación de estos turistas es relajarse, por lo que una gran parte de ellos no va realmente a descubrir la riqueza natural y patrimonial de estos destinos. La frecuentación de estos lugares con este fin se ha intensificado a lo largo de los años, dando lugar a un turismo de masas que no conviene ni a los agentes turísticos locales ni a los habitantes. Por ello, muchos de estos territorios han decidido apostar por un turismo más sustentable para proteger su entorno y redistribuir los ingresos económicos de forma más equitativa.

Por parte de Francia, Córcega se ha comprometido con una estrategia de desarrollo sostenible con la elaboración de un Plan de Desarrollo Sostenible para Córcega (PADDUC) que integra los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible definidos por las Naciones Unidas. El documento pretende encontrar un equilibrio entre protección y desarrollo de aquí a 2040. Más concretamente, su función es definir "una estrategia de desarrollo sostenible del territorio fijando objetivos de preservación del medio ambiente de la isla y de su desarrollo económico, social, cultural y turístico, que garantice el equilibrio territorial y respete los principios enunciados en el artículo L. 101-2 del Código de Urbanismo". El desarrollo del turismo sostenible está en el centro de los objetivos promovidos por la Agencia de Turismo de Córcega (ATC) para preservar el ecosistema único de la isla. La crisis sanitaria que estalló en 2020 ha reforzado aún más el compromiso de la isla de la belleza con el desarrollo sostenible. Las acciones llevadas a cabo por las autoridades de la isla en este sentido, se centran en 5 ejes principales:

  1. Lucha contra el cambio climático y protección de la atmósfera
  2. Preservación de la biodiversidad, protección del medio ambiente y de los recursos
  3. Cohesión social y solidaridad entre territorios y entre generaciones
  4. Desarrollo de todos los seres humanos
  5. Dinámica de desarrollo siguiendo patrones de producción y consumo responsables

Italia está en la misma sintonía, especialmente en dos de sus islas, Cerdeña y Sicilia. A menudo se habla erróneamente de Cerdeña como la Córcega italiana, pero la isla tiene un patrimonio construido único que constituye su punto fuerte. El destino ha conseguido preservar su exuberante naturaleza gracias a una regulación de la gestión de los habitantes bastante estricta, que ha evitado un fuerte hormigonado del litoral. Además, gran parte de su costa está clasificada como parque marino nacional, lo que permite proteger aún más el patrimonio natural de Cerdeña. Su flora protegida y la voluntad de la mayoría de los actores locales y turísticos de invertir en un enfoque de desarrollo sostenible, atraen desde hace años a los turistas preocupados por viajar de forma eco-responsable. El sur de Cerdeña ha sido reconocido como el primer destino sostenible del Mediterráneo por el Consejo Mundial de Turismo Sostenible, organización sin ánimo de lucro adscrita a la Organización Mundial del Turismo (OMT). El desarrollo sostenible es igualmente importante para la región de Sicilia, que lo asocia al respeto de sus actividades, como la agricultura ecológica y su autenticidad. Así, el turismo sostenible en Sicilia se basa especialmente en el turismo rural con visitas y estancias en granjas para descubrir el terruño y el saber hacer de la isla. De este modo, el consumo de los turistas beneficia a los pequeños productores y a los agentes locales en lugar de a los gigantes del turismo.

Durante años, el turismo de "sol y playa" y la construcción de hormigón han sido la norma en el archipiélago balear, lo que dio lugar al término "balearización" en la década de 1970. Esta artificialización pretendía acoger el turismo de masas, pero recientemente el archipiélago ha decidido dar un giro de 90 grados centrándose en el turismo sostenible. Para ello, los agentes turísticos de las islas han promovido actividades al aire libre como el senderismo y el ciclismo, así como la desestacionalización. Las autoridades locales también están actuando en esta dirección, en 2016 se introdujo un impuesto turístico para compensar el impacto del turismo financiando proyectos sostenibles, como obras de renovación o la creación de parques naturales. En 2019, el Parlamento balear también aprobó una ley que pretende ser neutral en carbono para 2050. Con sus nuevas estrategias y las numerosas acciones puestas en marcha, el archipiélago quiere posicionarse como "laboratorio del turismo sostenible".

Sin embargo, la generalización del turismo sostenible y responsable en estos destinos sigue siendo complicada. En primer lugar, hay que conseguir cambiar la mentalidad de los visitantes de estas islas que no siempre son conscientes del impacto ecológico de su estancia, por lo que estos destinos deben pensar en cómo concienciar a los turistas que visitan sus islas. Además, estos territorios deben conseguir encontrar el equilibrio adecuado entre el mantenimiento de una actividad turística importante, ya que la mayoría depende económicamente del turismo, y el respeto de su entorno. A esto se suma el problema de los medios de transporte para llegar a estos destinos, al ser territorios insulares, las dos principales soluciones para llegar son el avión y el barco. Se sabe que ambos tipos de transporte son relativamente contaminantes y el transporte aéreo ha sido cada vez más boicoteado en los últimos años debido a su altísima huella de carbono. Estos destinos están en fase con las nuevas expectativas de los turistas, pero aún deben perfeccionar sus estrategias para afirmarse como destinos emblemáticos del turismo sustentable.

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